Se compra aluminio, bronce y cobre.









La vida es dura. Sino entrevisten a los que se la pasan de lunes a sábados recogiendo la inmundicia humana que lanzamos a la calle en bolsa y que aterriza en el relleno sanitario de La Ciénaga. Su día a día  después de desayunar algunas veces, es largar la verga, en toda la extensión de la palabra, a pleno sol como los salserines, sin un pago quincenal. Solo se llevan lo que puedan cargar en una bolsa de plástico algunas veces y venderlo, a aquellas compañías que se encargar del reciclaje. Niños, hombres y mujeres hacen vida laborar por aquel lado.  Si tuviéramos una cultura del reciclaje, no seria más fácil para ellos su trabajo, se joderian menos al sol.

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