El riesgo es que quieras que te maten.


Caminaba muy tranquilamente por el medio de la calle L del barrio 18 de octubre, como todo maracucho,  recién salido de la casa con las bolas entalcadas y perfumadito para otro día de labores. Un pasito aquí y otro adelante, mirando  el asfalto por si acaso, un golpe de suerte me dé un billete de veinte para los pasajes de mañana.

Sorpresa la mia, el destino me deparo algo mejor. Un libro, todo amarillo por el tiempo con hojas dobladas y algunas roídas, pero todavía enterito. Legible a pesar de la manoseadas y caricias de los presuntos amantes de la lectura que lo desecharon.

En su interior,  ¡válgame Dios! “El Principito”, “De porqué Tio Conejo tiene las orejas largas”.  “El Angel caído”, “El Ruiseñor y la Rosa”, entre otros. Deleite supremo, estos cuentos leídos hace mucho, pero muchos años atrás recién dejado los pantalones cortos.

Mis dedos acariciaron página tras página de este tesoro encontrado en medio de la carretera, en una ciudad como Maracaibo. Tan falta de cultura.

Extendí mi brazo media cuadra para detener, y coger un por puesto del 18. Atrás y en el medio me monte y comencé a leer “El Principito”, a pesar del atronador volumen del vallenato de moda y las quejas de los usuarios, que si la basura, que si la falta de alimento. En fin de la cotidianidad del venezolano.

¿Cuánto es el largo? Siete bolos. Volvimos a la normalidad. Anticipo mi parada. Allí en la esquina de Las Carolinas. Calle 82 para ser exactos. Seis cuadras llaneras cuesta arriba para llegar al trabajo. Quince años a excepción de las vagaciones, recorriendo las mismas seis cuadras, que muy poco han cambiado. Salvo por una que otra construcción comercial en la zona o una que otra casa que ha cambiado de color su fachada.

Ya en la recta final, dos cuadras, las más largas y tediosas que me sacan el sudor de los poros y me quita el aliento algunas veces cuando el sol está el cenit. Miro las empanadas de maíz, Por allá en el puesto del difunto Nelson, de carne molida, pollo, mechada y otras suculencias nativas. Hoy no, decido a ultimo minuto y comienzo el anda muy despacio. Un paso sigue al otro, regodeándome con el tesoro encontrado tirado en la calle.

Metros he andado cuando algo llama mi atención. Un motorizado, con todas las de la ley, chaleco, casco y un arma en la cintura intenta atracas a un joven de mediana estatura, de barba. Que por descuido responde una llamada a su celular

“Estáis atracao”, “dame el celular”, solo logre a entender entre el forcejeo verbal entre víctima y victimario. El susto hizo que pensara en lanzar mi bolso con la Tablet a cualquier casa y encomendarme a Dios que no me mataran. Pero el corazón dice algo que no el cerebro no siguió. Corrí cuesta arriba, abrazo al bolso, sin soltarlo, como si fuera un salvavidas en medio de la soledad de la calle. Voltee la mirada y pude ver que el motorizado insistía con el joven, enseñando su arma. En un descuido del motorizado al dar la vuelta en su moto, el muchacho logro escapar, mientras a mí me faltaban metros para llegar a mi sitio de trabajo.

Me repongo del susto, la adrenalina baja de nivel, pero mis manos denotan el miedo al temblar como rabo de machorro. Chequeo la hora de entrada a pesar del temblor de mis dedos, la maquina me da el visto bueno para que entre a laborar y ni siquiera eran las ochos de la mañana cuando me entero del asesinato en una carretera por allá, entre Puerto Cabello y Valencia de Mónica Spears, su esposo han muerto a manos del hampa desatada en este país. Ella dejó Miami con su familia para compartir con sus seres queridos unos días. Lo último que posteo en su twitter, el sitio donde estaba y un beso.

Todos quedamos fríos con la noticia, este ser de Dios, que le dio a Glorias a Venezuela, en el Miss Venezuela, luego en el Miss Universo y después como actriz de telenovelas nos dejó por culpa de otro.

Con el corazón afligido por esta noticia, empiezo mi rutina diaria, leer el periódico para saber por dónde despunta el día. Sólo alcance a leer un titular que decía “Izarra espera que el turismo triplique su aporte y sea 9% del PIB”. Pues hermano, si usted llega a Venezuela, tenga la seguridad que podrá venir acá y tomar el riesgo de que lo maten.

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