Opinar es malo en este país.

Los polos están invertidos en Venezuela. Salir a marchar por la democracia en este país es sinónimo de subversión, de delincuencia. Niños, jóvenes y adultos son estigmatizados por el poder como zatrapas que con una marcha opinan el sistema no funciona y no les da la cuota de felicidad y tranquilidad que tanto anhelan.






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