En Ciudad Lossada se juntan el hambre de ayer con la de hoy.

Dos cebollas y una papa se transforma en una delicia culinaria en manos de Ana para alimentar a sus hijos.

Un piso endurecido por el pasar del tiempo sostiene el rancho de Ana.

Sin ropa ni zapatos viven. La ropa de ayer, es la misma de hoy y sera la de mañana

Un colchón derruido comparte los sueños de los hijos de Ana
En un rancho de zinc y pedazos de madera, con piso de tierra presionada por la rutina del vivir el día a día. Vive Ana (nombre ficticio) con sus diez hijos, la mayor de 20 años y embarazada, el menos apenas de dos años. Diferentes hombres han rotos las ilusiones de Ana. Y la han dejado con la carga de sus diez vástagos. Sin posibilidades de un mejor vivir, no es culpa de este gobierno o del anterior.
En dos colchones derruidos comparten los sueños once personas. Asi acurrucadas una con la otra pasan la noche. La comida es un sueño recurrente que se diluye de una cabeza a la otra. Los estómagos suena por el vacío que produce el no tener alimento que consumir. Viven de lo que puedan conseguir en la calle o de sus vecinos, los benefactores que regalan una cebolla o dos papas.
De cierto os digo, Ana y sus hijos juntan el hambre de ayer con la de hoy.

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